SEXO-EDUCACIÓN SEXUAL
Estos vocablos son utilizados con frecuencia pero poco conocidos a fondo por la sociedad.
A nadie escapa la importancia del sexo en la vida, ya que forma parte de ella, y el no reconocerlo nos cercena e inhabilita.
Aunque en este milenio la adolescencia ya no adolece tanto en este aspecto, lo que falta, es el aporte de la generación de padres que temimos a la palabra sexo y accedimos a la educación sexual solo a través de algún profesor de anatomía trasgresor que se atrevió a darnos información y al que agradecimos y agradecemos tanto.
Hoy sexagenaria, caigo en la cuenta de que es necesario educar sobre sexo a los jóvenes y a los no tan jóvenes. ¿De donde nace esta necesidad? Simplemente de la observación de que el sexo se practica a edad muy temprana como necesidad e incentivada por los medios de difusión entre otras cosas.
Educar sexualmente es informar sobre qué sucede a nivel corporal y sexual desde que nacemos hasta el final de la vida. Es detallar cada uno de los cambios que se producen en nuestro cuerpo y en nuestra psiquis. Es ayudar a comprender a la joven, y a la no tan joven embarazada, qué maravilloso milagro esta llevando a cabo a través de su cuerpo. Es enseñar qué medicamentos o prácticas nos afectan estando o no embarazadas. Es enseñar que hombres y mujeres tenemos diferentes opciones para enfrentar nuestra sexualidad con responsabilidad. Es enseñar que hay métodos anticonceptivos que se ajustan a todas las creencias religiosas. Es enseñar que en la sociedad actual se debe programar la familia, para no concebir hijos con malformaciones y enfermedades evitables, simplemente con un refuerzo de dieta; que también se debe programar la familia porque la vida sexual actual se ha prolongado abarcando desde la escuela primaria en adelante, y no es fácil compatibilizar los hijos y el estudio.
También es importante que nuestros dirigentes, diputados y senadores, comprendan que enseñar es dar libertad para debatir y para poder optar; y que el no educar significa tiranía, no democracia.
La educación sexual redunda en una menor cantidad de patologías que a su vez se refleja en una menor afluencia a los hospitales.
La educación sexual nos permite evitar decisiones equivocas por parte de funcionarios judiciales que parecen desconocer los tiempos y procesos gestacionales fallando, por ende, tarde. La educación sexual nos permite ejercer los derechos que nos da la constitución, sin pedir autorización, ya que eso son, derechos.
La educación sexual nos permite protegernos de enfermedades, con las que hace algunos años no luchábamos y que hoy son flagelos, simplemente conociendo las formas de contagio, etc.
En fin nada nuevo, “arrojando luz se puede ver”.
Lilia Giacobbe, Bioquímica
Miembro de Comision Directiva.
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